Siempre que voy a algún lugar de vacaciones, fijo en mi memoria un paisaje para que me acompañe por el resto del año.Suelen ser lugares o situaciones.Lo hago desde niña.Los llamo mis "recuerdos renovadores",de energía,de ánimo,de todo.De esta forma,cada vez que estoy a punto de colapsar,me refugio en ellos para recargar baterías y continuar,en la vorágine de esta ciudad.No es de ingrata pero a veces Santiago apesta.
Uno de los primeros recuerdos que se vienen a mi maltratada memoria,es del río Tinguiririca.Una tarde de baño junto a unos niños que no conocía y que nunca llegué a conocer.El agua de color café,casi como el chocolate.El suelo musgoso y con piedras grandes.Recuerdo la emoción que sentía al ver a tantos niños,y yo quería conocerlos a todos y hacer amistades que duraran veranos eternos.Estuve años pretendiendo hacer lo mismo.
Tengo otros recuerdos ,como una caminata desde Reñaca a Con Con,por avenida Borgoño.Ya no era tan niña.El momento era significativo.Estaba saliendo del colegio y definiendo lo que haría con mi futuro.El horizonte en el atardecer,una casa que parecía un castillo,unos niños que adoraba y la certeza de tener toda mi vida por delante.Ese creo ,fue el mejor verano de mi vida.Caleta Higuerillas,como olvidarla.
Tambien recuerdo Talca,el Rio Claro y mis escotes ingenuos.Un anochecer en Colín,en un toyota del año 77.Unos besos y los árboles,una locura de amor que trajo consecuencias.
Como olvidar Llolleo - un recuerdo en dos tiempos-dos miradas desde lejos.Una en mi adolescencia,desde el porsche de mi casa( la de arriba) hacia el bosque y la carretera lejana que unía San Antonio y Cartagena.La canción de Alberto Plaza.El otro tiempo es la vista desde el bow window de la casa de avenida Providencia,de mi hijo Ivan,regresando de comprar una nordic chiquitita,que le gustaba tanto.Tardes de caminata por la playa sucia y descuidada,recorridos por los roqueríos hasta Santo Domingo,de bajadas nocturnas a la plaza,para andar en trencito o la pesca milagrosa.
Todos estos recuerdos,de alguna manera fueron reactivados este verano,con un descubrimiento que hicimos gracias a un amigo.Un dato que se convertiría en mi último y actual "renovador".Había que seguir un camino pasado Laguna Verde,por una especie de terrenos no aptos para cualquier mortal.Pero al llegar el paisaje era absorvente,y eso que la suciedad de los turistas no le hacía justicia a aquel lugar.Se llama Las Docas y está al final de una quebrada que solo se puede bajar a pie o en moto.La subida cansa pero vale la pena....allí estuvimos sentados,en las rocas escuchando y viendo el oleaje,por horas...incansable..una inmensidad que me llena...lo único malo es que aún no logro olvidarlo....o tal vez lo bueno.....
Estos recuerdos del pasado me mantienen viva, con la secreta esperanza de un día volver y volver y volver.....
